¿Qué querías ser de mayor cuando eras niño? ¿Médico? ¿Profesor? ¿Piloto o astronauta?
Una reciente encuesta realizada a 2000 padres de niños de 11 a 16 años muestra que el de médico (18 %) sigue ocupando el primer lugar en la lista de trabajos soñados. Sin embargo, les siguen de cerca los influencers de las redes sociales (17 %) y, más concretamente, los YouTubers (14 %).
Ser una estrella de las redes sociales puede parecer muy atractivo. Los influencers son famosos, viajan a países exóticos, las empresas les dan un montón de cosas nuevas y lo mejor de todo es que estos nuevos trabajos pueden estar muy bien pagados.
Lo que los niños, y posiblemente sus padres, no suelen ver es el lado negativo de la ecuación. Si tu hijo espera convertirse en una estrella bien pagada en Instagram o YouTube, debe estar preparado para enfrentarse a muchos retos.
Crear nuevos contenidos es un trabajo duro
Mantener entretenidos a una gran cantidad de seguidores requiere un esfuerzo constante. Crear publicaciones nuevas e interesantes cada día puede llevar mucho tiempo y ser agotador.
Puede ser emocionalmente exigente invertir mucho tiempo y energía en una publicación, solo para ver que los seguidores ignoran o se burlan del resultado. Muchos jóvenes influyentes que basan su autoestima en los «me gusta» y los «compartidos» que reciben tienen dificultades si el interés del público en línea se desvanece. Esto puede provocar un aumento de la sensación de ansiedad.
Así lo confirman las historias de los actuales influencers, que sufrieron depresión y agotamiento al final de su adolescencia. Imagine lo difícil que sería para un niño pequeño manejar estos problemas.
Basar la autoestima en el reconocimiento público a una edad temprana es arriesgado. La identidad de una persona todavía se está formando durante el final de la adolescencia. La necesidad de que los seguidores en línea te consideren un triunfador puede hacer que este proceso sea mucho más complicado. En lugar de descubrir de forma natural sus propios puntos fuertes, sus talentos y su sentido del yo, un adolescente puede obsesionarse con las expectativas sociales.
Los seguidores no son verdaderos amigos
Los niños pequeños también tienden a pasar por alto el simple hecho de que los seguidores no son verdaderos amigos. Las multitudes anónimas en línea no estarán ahí cuando necesiten un descanso de la última moda de las redes sociales ni serán sus confidentes en momentos difíciles. Los amigos de verdad y la familia no se pueden sustituir y no deben descuidarse en favor de una vida digital.
El odio en línea es inevitable
Cualquier persona que esté en el candelero de las redes sociales tendrá que enfrentarse inevitablemente al odio en línea. Las secciones de comentarios inundadas de mensajes de odio son un lastre emocional, mientras que las amenazas reales asustan a cualquiera, independientemente de su edad.
Los padres pueden ayudar a sus hijos moderando los comentarios y denunciando los comportamientos inadecuados a los administradores, pero esto no es factible cuando hay un gran número de personas implicadas.
El odio también puede extenderse a otras áreas de la vida del niño. A los acosadores del colegio o del equipo deportivo les basta con repetir los comentarios malintencionados del mundo digital para hacer especialmente difícil la vida de los jóvenes influencers. Un niño que se está haciendo famoso está en una situación de riesgo porque los adolescentes luchan por tener éxito y ser populares. Por lo tanto, muchos compañeros pueden estar celosos o ser mezquinos y algunas amistades pueden ser superficiales (falsas). A esa edad, estas experiencias pueden ser más dolorosas.
Compartir en exceso y otros malos hábitos
Kim Kardashian es una de las figuras más influyentes en las redes sociales, a la que le gusta publicar y compartir todo de su vida privada. Durante una de sus visitas a París, esto le salió mal de la peor manera posible, ya que fue asaltada a punta de pistola y los delincuentes le robaron joyas por valor de ocho millones de dólares. Más tarde se supo que el atraco se organizó a partir de las publicaciones de Kim en las redes sociales.
Este ejemplo de compartir demasiado debería ser una advertencia para cualquiera, especialmente para los jóvenes influencers, que harán casi cualquier cosa para complacer a sus seguidores. La orientación de los padres al inicio de la vida digital de un niño es esencial. Ayuda a establecer límites saludables entre la vida pública y la privada en las redes sociales. Recuerda que todo lo que se publique en Internet permanecerá allí para siempre.
También hay que destacar que las estrellas de las redes sociales pueden inspirar a los niños a actuar de formas que no son necesariamente buenas para ellos. Seguir un mal consejo o la última moda de las redes sociales puede llevar a peligros que muchos adultos ni siquiera imaginan, como ilustra el reto de Tide Pod (comer cápsulas de detergente).
Los perfiles bonitos no muestran la imagen completa
Los niños deben entender que lo que ven en las redes sociales no es la vida real. La mayoría de las publicaciones de los influencers están escenificadas y muy editadas. Esto puede hacer que los seguidores se sientan inadecuados. Para abordar esta cuestión, algunas estrellas de las redes sociales han empezado a describir los preparativos necesarios para hacer el vídeo o la foto. Al añadir esos detalles, intentan mostrar que su vida en línea es una pequeña parte de la visión global, que a menudo incluye momentos embarazosos o desagradables y no siempre es optimista y glamuroso.
¿YouTube como servicio de psicología?
Muchos YouTubers publican vídeos sobre sus altibajos psicológicos, rupturas, ansiedades y miedos. Esto puede ser útil, ya que muestra que es normal sentirse a veces deprimido y que hay formas de superarlo. Sin embargo, lo que funciona para una persona puede no ser necesariamente adecuado para otras.
Los consejos espontáneos no son la mejor manera de abordar problemas psicológicos graves. Un canal de YouTube no sustituye al diálogo real sobre temas delicados con personas de confianza, como amigos y familiares o un psicólogo.
¿Qué pueden hacer los padres para mantener la seguridad de sus hijos?
- Habla con tus hijos y guíalos en su experiencia en línea desde una edad temprana. Si adquieren buenos hábitos cuando son pequeños, hay muchas posibilidades de que los mantengan en la adolescencia. Mantén el diálogo lo más abierto posible. Asegúrate de que tu hijo te vea como un asesor de confianza en caso de que algo en su vida en línea vaya mal.
- Si tu hijo pequeño sigue a un influencer, considera la posibilidad de seguirle también y estate atento a lo que comparte o pública. Estate presente para comentar con tu hijo cualquier contenido inapropiado que aparezca.
- Tiende puentes a través de la brecha generacional. Cuando tengas una conversación con tu hijo, escuchar puede ser más valioso que hablar. Haz saber a tu hijo que te interesa lo que dice y predica con el ejemplo.
- Acepta la ambición de tu hijo de ser un creador de contenidos reconocido como una oportunidad para estar cerca de él y enséñale algo más que cómo preparar su presencia en línea. Mantente al día de las últimas tendencias entre los adolescentes Tienes responsabilidades, pero intenta no actuar como una figura autoritaria. Deja claro que ambos estáis aprendiendo. Así podrás disfrutar de un diálogo con tu hijo adolescente en una edad en la que la comunicación puede ser especialmente difícil.
- Utiliza herramientas de control parental que te ayuden a vigilar lo que hace tu hijo en Internet y a detectar situaciones en las que pueda necesitar asesoramiento. Con tu apoyo puede aprender a actuar con responsabilidad y a expresar su opinión, a fijarse buenos objetivos y a cumplirlos. Este último punto es especialmente importante hoy en día, cuando la mayoría de los adolescentes tienen expectativas de resultados instantáneos.
- La educación en materia de medios de comunicación va de la mano de la formación para la vida. Enseña a tu hijo desde el principio que el proceso es tan importante como el logro. Convertirse en un YouTuber de éxito es un paso demasiado grande al principio. Es un proceso largo y complicado que consta de muchos pequeños pasos. Ayuda a tu hijo a practicar el pensamiento crítico, a identificar las noticias falsas y a actuar como un usuario responsable, proactivo e inteligente de Internet.