Navegar por el mundo digital
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La tecnología digital puede permitir a los niños ser creativos, construir su propia identidad y mantenerse en contacto con sus seres queridos. Sin embargo, para que sea un aspecto positivo en la vida de los niños, tienen que aprender a utilizarla correctamente. ¿Cómo puedes crear una rutina de higiene digital sostenible y saludable para tus hijos? La psicóloga infantil Jarmila Tomkova ofrece algunos consejos útiles.
¿Cuándo deben empezar los niños a utilizar las tecnologías inteligentes por sí solos? Aunque es probable que tengan una experiencia limitada con los dispositivos inteligentes desde una edad temprana, como ver cuentos de hadas en YouTube, sus padres suelen supervisar bastante de cerca estas primeras actividades. Solo cuando los niños se hacen mayores deberían convertirse en usuarios más independientes (aunque supervisados). Como explica Jarmila Tomkova, "alrededor de los 11 años, el pensamiento de un niño cambia de concreto a más abstracto. Antes de esa edad, los niños son muy susceptibles de dejarse influir por la gente y las cosas que les rodean, lo que puede representar un peligro real en el mundo de la tecnología: un niño pequeño puede ser fácilmente manipulado por anuncios y contenidos inapropiados. Pero una vez que son capaces de distinguir la frontera entre lo concreto y lo abstracto, pueden entender mejor el mundo online y trabajar con él de una forma más racional y beneficiosa."
Sin embargo, los padres deben hablar de la tecnología inteligente con sus hijos años antes de dejarles utilizar sus propios dispositivos. "Los niños deben saber qué esperar antes de entrar en el mundo online. Deben saber cómo estar seguros en Internet y cómo evitar situaciones desagradables. Sobre todo, deben saber que, si se encuentran con algo que les hace sentir mal, siempre pueden dirigirse a sus padres y pedir consejo".
La psicóloga también sugiere que, aunque un niño tenga edad suficiente para utilizar las tecnologías inteligentes por sí mismo, sigue necesitando orientación: "A menudo utilizo la analogía de la conducción. Aunque un niño esté mentalmente preparado para conducir, eso no significa que deba sentarse inmediatamente al volante. Primero tienen que aprender a conducir y experimentar diferentes situaciones bajo supervisión para saber cómo reaccionar en el futuro. Lo mismo ocurre con la tecnología". Del mismo modo, podemos pensar en las aplicaciones de control parental como útiles "pilotos automáticos" que ayudan a los padres a navegar y proteger a sus hijos en la esfera online.
Los padres deben dar ejemplo a sus hijos manteniendo una relación sana con la tecnología de las redes sociales. "Los padres marcan las tendencias de sus hijos y deben ser conscientes de ello. Influyen en sus hijos por la forma en que utilizan la tecnología, y también tienen el poder de establecer hábitos saludables. Precisamente cómo los establecen y dónde ponen los límites depende de ellos. Pero deben ser conscientes de su propio papel y crear un sistema razonable que su familia pueda seguir", sugiere Jarmila Tomkova.
Cuando se establece un régimen de higiene digital saludable, lo ideal es que los niños no sientan que se les está restringiendo mucho sin motivo. "Un uso razonable de los medios digitales puede compararse con una dieta sana. Necesitamos comida para sobrevivir y comemos de todo, tanto golosinas como alimentos nutritivos. Pero no podemos seguir comiendo sin pausa, no podemos comer solo dulces todo el día y no podemos comer justo antes de dormir. Al mismo tiempo, cuando enseñamos a los niños a comer sano, se lo explicamos todo y no les ponemos una dieta dura que solamente les hace sentirse infelices. Esto conduce, entre otras cosas, a picar a escondidas o a darse atracones", explica Jarmila Tomkova.
Los niños deben entender que los límites son esenciales, que mantener la higiene digital les ayuda a disfrutar de su vida tanto fuera como dentro de la red y les mantiene psicológicamente sanos. También deben saber que hay libertad en no depender de la tecnología. "Cuando estamos constantemente conectados, nuestro cerebro se vuelve adicto a los contenidos que consumimos. Debemos enseñar a los niños que no pierden nada cuando no están siempre conectados a sus teléfonos, sino que ganan en libertad". Los adolescentes pueden apreciar la doble posición de experto digital y sentirse emancipados, en lugar de esclavizados por la tecnología", añade Tomkova.
La edad a la que los niños empiezan a usar la tecnología es fundamental. Respecto a cuánto tiempo deben pasar con sus teléfonos u ordenadores portátiles, la psicóloga dice que no hay una regla rígida. En su lugar, cada familia debe establecer un horario de uso digital razonable y claro. Para los niños menores de 3 años, limitamos el tiempo de pantalla de forma más estricta. No puede ser más de 30-50 minutos al día, y siempre en franjas horarias cortas. También recomendamos aprovechar las oportunidades digitales naturales, como las videollamadas breves con la familia, o elegir juegos o cuentos lentos y no agresivos. A medida que los niños crecen, las normas pueden ajustarse a sus necesidades específicas.
Los padres también deben ayudar a sus hijos a explorar sus motivaciones y ser conscientes de cuándo y por qué echan mano de sus dispositivos. "Según las estadísticas, la gente tiende a mirar el teléfono cada 6 minutos, una cifra muy alta", afirma Tomkova. Una persona media pasa entonces unas 3 horas y 15 minutos al día con su teléfono. Usar el teléfono o el portátil no debe convertirse en una actividad irreflexiva que los niños hacen automáticamente simplemente porque se aburren. Los padres deben hablar de la tecnología de los medios con sus hijos y utilizar el diálogo para crear una relación de confianza. Mediante ese diálogo, ayudamos a los niños a ser más conscientes de sí mismos y, por tanto, a autorregular su propio uso.
"Aunque a veces la gente tiende a pasarlo por alto, el momento en que los niños utilizan sus dispositivos también es importante", añade la psicóloga. Por ejemplo, usar la tecnología justo antes de acostarse puede dificultar que los niños concilien el sueño. Del mismo modo, mirar el móvil a primera hora de la mañana no es el hábito más saludable, ya que el cerebro necesita un tiempo para despertarse y prepararse para afrontar el día. Así que no olvides pensar en la frecuencia y la motivación, pero también en el horario.
Cuanto más estamos con nuestros dispositivos, menos nos movemos. Además, los contenidos online están llenos de estímulos, sobre todo los juegos de acción o TikTok. Ante estos contenidos, nuestro cerebro tiende a entrar en un estado de trance e hiperexcitación. "No podemos esperar que los niños jueguen a un juego online durante una hora y luego vayan inmediatamente a hacer los deberes. Después de ese viaje digital, necesitan un tiempo para recuperarse neurológicamente, por ejemplo, caminando, corriendo o jugando en el jardín. Después, estarán más preparados para volver a sentarse y concentrarse", comenta Tomkova. Como toda esta excitación ocurre solo en el cerebro mientras el cuerpo permanece quieto, los niños necesitan equilibrar su tiempo online con actividades offline, incluidos distintos tipos de movimientos y deportes.
Al mover el cuerpo, la excitación acumulada puede liberarse de forma natural, lo que permite al niño concentrarse en otras tareas y actividades. Aparte de las actividades físicas, también deberíamos animar a los niños a encontrar otras aficiones fuera de Internet, y asegurarnos de que tienen contacto con sus amigos y familiares en la vida real, no solo en Internet.
La desintoxicación digital es cada vez más popular entre los adultos. Al abstenerse intencionadamente de utilizar tecnologías y dispositivos inteligentes durante un periodo de tiempo limitado, algunas personas optan por un descanso del entorno online para centrarse en el mundo offline. ¿Es adecuado para los niños un planteamiento tan radical? "La desintoxicación digital únicamente debería ser una opción cuando el niño ya tiene una higiene digital equilibrada. De lo contrario, podría ser más perjudicial que beneficioso", responde Tomkova. Si decidimos probar la desintoxicación digital, tenemos que hacerlo bien. ¿Cómo? "En primer lugar, tiene que haber un motivo: por ejemplo, podemos hacer una apuesta con nuestros hijos sobre quién será capaz de estar más tiempo sin tecnología. O podemos crear un reto y decir que queremos observar juntos nuestros 'antojos digitales' para ver cuándo echamos más mano del teléfono. A menos que la desintoxicación tenga un propósito claro, los niños la percibirán como una restricción sin sentido", aconseja la psicóloga. Si decidimos probar la desintoxicación digital, debemos trabajar esta experiencia de manera eficaz, hablando de las distintas emociones y realizaciones que hemos obtenido de ella.
Los padres también deben pensar cuándo es mejor hacer la desintoxicación. "Podemos decidir dejar de lado la tecnología durante un viaje, por ejemplo, para centrarnos más en nuestras experiencias. Pero si planeamos la desintoxicación en un día lluvioso en el que no hay prevista ninguna otra actividad, puede que no sea una experiencia agradable", concluye la psicóloga Jarmila Tomkova. En general, una desintoxicación digital puede ser una experiencia interesante, pero siempre es mejor seguir primero una higiene digital sostenible y saludable.
A la hora de establecer normas de higiene digital, sé transparente. Puede ser útil tener un Acuerdo Familiar Digital y exponerlo en un lugar donde todos los miembros de la familia puedan verlo. Descarga una plantilla gratuita.
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